Exhibición Martes 15 de febrero
Ciclo: “Lo
arbitrario de los géneros”
Género
Histórico
Aguirre,
la ira de dios
dirigida por: Werner Herzog
Al igual que
sucede con la novela y con cualquier otra obra narrativa, el cine forma
parte de la documentación susceptible de ser catalogada e
interpretada por los historiadores. Obviamente, una película
ofrece un punto de vista ideológico en torno a la realidad
-pasada o contemporánea- reflejada en su guión. Pero
sería engañoso definir el género llamado
histórico como un complemento viable y eficaz de las
monografías y ensayos donde la historia se relata y analiza. El
género histórico no es otra cosa que un producto
imaginativo, derivado del folletín, donde se da forma al pasado
hasta componer el telón de fondo de una aventura o de un
melodrama.
Para comprender esta fórmula, basta con entender algunas de sus
contradicciones: los personajes de las películas
históricas muy raramente reflejan la moral de su tiempo. Antes
al contrario: siempre ofrecen comportamientos con los que puede
identificarse el moderno espectador. Así, en Braveheart (1995),
de Mel Gibson, se glosaban ideas como la libertad en un sentido que
hubiera sido del todo imposible en el Medioevo escocés. En este
sentido, todo filme histórico es necesariamente
anacrónico, pues de otro modo no podría ajustarse a las
reglas del moderno drama y al interés del público
contemporáneo.
Otra cualidad interesante del género es que, a pesar de esa
falacia de su reflejo, acaba por fijar los estereotipos del pasado. De
hecho, al igual que sucedió en otro tiempo con las novelas de
Walter Scott y Alejandro Dumas, nuestra idea de la Edad Media, de la
Revolución Francesa o incluso de las guerras mundiales,
está filtrada a través del cine, mucho más
influyente en su divulgación que cualquier otro medio. En
algún caso, los críticos hablan de fidelidad en la
reproducción del pasado, pero ello también supone un
error, puesto que esa fidelidad sólo suele limitarse al
vestuario, los decorados y la situación general de la trama. El
cine no puede reproducir el lenguaje del pasado —sería
incomprensible para el espectador medio- ni su moral —resultaría
chocante o escandalosa, e impediría la identificación con
el héroe-, y tampoco puede contextualizar la ideología de
la época, pues ello exigiría un espectador tan
especializado en la materia que haría inviable
económicamente una producción. En todo caso, el
género histórico provee una ilustración de
época, un bosquejo de lo que fue ese pasado, pero siempre
actualizado en sus maneras y en su impresión humana.
Los tres momentos históricos que han inspirado en mayor grado al
género son la antigüedad greco-romana, la Edad Media y la
Segunda Guerra Mundial. Al cine ambientado en el primer periodo se lo
llama peplum o cine de romanos, y a él corresponden
títulos tan significativos como La caída del Imperio
Romano (The Fall of the Roman Empire, 1964), de Anthony Mann, Espartaco
(Spartacus, 1960), de Stanley Kubrick, y Gladiator (2000), de Ridley
Scott. Como es obvio, un largometraje como Ben Hur (1959), de William
Wyler, no ofrece una visión realista de dicha etapa, pero nadie
puede negar su influencia a la hora de fijar sus imágenes
más divulgadas.
El cine bélico, o cine de guerra, se ha preocupado
principalmente de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, a
través de películas como La batalla de Midway (Midway,
1976), de Jack Smight, y Rescatando al soldado Ryan (Saving Private
Ryan, 1998), de Steven Spielberg. Más recientemente, la guerra
de Vietnam ha sido revisada desde todos sus ángulos, en filmes
como Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola. Si bien el fondo
imaginario suele distorsionar la interpretación
histórica, lo cierto es que filmes como los citados han
condensado la perspectiva popular sobre los conflictos que mencionamos.
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Productor
Werner
Herzog
Dirección
Werner
Herzog
Guión
Werner
Herzog
Fotografía
Thomas
Mauch
Edición
Beate
Mainka-Jellinghaus
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Música
Original
Popol Vuh
Reparto
Klaus
Kinski
Helena Rojo
Daniel Ades
Peter
Berling |
volver a la programación.
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